Aquí el tercer ojo late

Aquí el tercer ojo late

El fin del mundo

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Hay una cierta predisposicion social, si se la quiere llamar asi, o "convencion" social de tildar a ciertos individuos de locos solo por el simple hecho de que pasan gran parte de su tiempo o de sus vidas dedicandose a informarse, a estudiar, practicar, utilizar y/o formar parte de ciertos conceptos o ideas "anomarles" para un sector "normal" de la sociedad. Esto demuestra la ambiguedad del termino normal, la confucion que provoca y lo que puede llevarnos a pensar a cada uno de nosotros como seres individuales dentro del conjunto social. Quien nos dice que algo tiene que ser unicamente de cierta manera, o conceptualmente limitado, cerrado, hermetico y, por lo tanto, no librado a mas de un concepto?. Quien garantiza que ciertas cuestiones son como se creen que son?. Realmente es positivo, o mejor dicho, es aceptable que una persona, o un sector nos juzgue por nuestras elecciones ideologicas?. Creo que en el campo de saber, en el campo del querer conocer nunca podemos poner barreras y limites y, por lo tanto, seria muy mediocre conformarse con una "basta" concepcion. Soy parte de aquella masa que venera a la persona que transciende todo tipo de fronteras, que siempre busca ir mas alla, que esquiva al formalismo y busca otras respuestas. Todo empieza en uno, esa "manera de ser" no nos la enseña nadie, es una busqueda personal e individual, por eso es altamente valiosa segun mi parecer. Si pensamos que todo depende de nosotros, que somos nosotros quienes logramos y somos participes de las grandes revoluciones, hay que tener en cuenta en el medio en que vivimos, que pisamos sobre un terreno que tiene sus leyes, leyes que no se pueden obviar. A su vez tenemos que pensar que vivimos en sociedad y somos todos diferentes, no existen iguales sino parecidos. Entonces es importante ahondar ciertos conceptos que muchas veces se ven como poco importantes. La esencia del ser, las innumerables cosas que somos capaz de hacer solo con el hecho de proponernoslo, mejor dicho solo con ser conscientes de nuestros innumerables y muchas veces ilimitados actos. Ahora, hoy, en la actualidad hay tiempo de cambiar, hay tiempo de dejar de ser sometidos, hay tiempo de terminar con esta democracia ilusoria -donde no elegimos nada y lo poco que elegimos termina siendo "acomodado" a gusto de las grandes cabezas, acomodado "economicamente" economicamente pero no de manera economica, como es esto? sisi señores aca se habla de una economia de derroche, de consumo desmedido donde todo se paga, cualquier cosa se puede comprar, el poder supremo, el "gran invento" individualista, el dinero- de terminar con el individualismo en todo sentido, vivimos en una sociedad de diferentes, donde no se apoya la union (cuando hablamos de union, hablamos de union para acabar con otro sector, union negativa o para beneficio solo de esa union) se apoya la competencia, donde, el que es mas rico materialmente hablando, es mas persona.

Ahora... pensemos... es mas facil seguir asi que cambiar no? si total no vamos a vivir mucho tiempo mas, y el que piensa como se tiene que pensar en este sistema puede triunfar... (...)

Me pregunto... y donde estan los sentimientos? donde esta lo que la plata no compra? Donde esta lo intangible, donde esta nuestra parte -tan importante para mi- psicologica? (...)

Y donde esta nuestro suelo? a caso nos olvidamos del medio ambiente... y ahora vuelvo... HOY, AHORA, EN LA ACTUALIDAD podemos cambiar, pero la naturaleza no perdona, nos esta avisando -dia a dia- que contra sus leyes no podemos, hoy resiste, no se cuanto tiempo mas aguantara, pero cuando ella nos diga basta, ese dia, aquel que lo presencie se va a dar cuenta de como el hombre destruyo la tierra (en ese momento ya va a ser tarde para arrepentimientos o para darse cuenta que la plata no va a solucionar la situacion) El hombre de ahora, el hombre de siempre, el hombre que penso ser mas vivo que la natura, el que penso poder engañarla, el hombre que desafio las leyes de la gravedad, el sueño americano y que vivio en la ilusion de vivir como el realmente quiso.

El eneagrama de Claudio Naranjo

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Claudio Naranjo (Valparaíso1932) es un psiquiatra chileno, considerado uno de los tres discípulos más cercanos de Fritz Perls, importante figura en la divulgación deleneagrama en occidente, y fundador del programa S.A.T. de Educación integral. Investido en 2007 Doctor Honoris Causa por la Universidad italiana de Udine.Estudió Psiquiatría en la Universidad de Chile, donde tuvo como profesor a Ignacio Matte Blanco. Fue docente de áreas como la Psicología del arte y Psiquiatría social y fue director del Centro de estudios de antropología médica en Chile.En los años 60's se radicó en Estados Unidos, estudiando Terapia gestáltica con Perls, llegando a formar parte del equipo del Instituto Esalen en esos años. Su aporte a la Terapia gestáltica está en ser uno de los que cristalizó el último periodo de Perls (que pone el acento en la actitud del terapeuta), a través de su desarrollo en la vía de laPsicología transpersonal, constituyendo en su quehacer una interfaz entre la psicoterapia y diversas disciplinas espirituales (la llamada Cuarta vía)En este sentido, es conocido su sendero espiritual, en que fueron relevantes diferentes maestros, como Swami MuktanandaIdries ShahOscar Ichazo y especialmenteTarthang Tulku Rimpoché.Ha sido también difusor del Eneagrama, un sistema de estudio de la personalidad de supuesto origen oriental, que él ha ido integrando como práctica terapéutica y deDesarrollo personal.En cuanto al programa S.A.T. de educación, este se inscribe en una línea de educación integradora, en relación con el pensamiento de Jean-Jacques RousseauJohn Dewey,María Montessori o Rudolf Steiner. Pone el acento en los aspectos emocionales y espirituales del proceso de aprendizaje, y en la relación personal y transformadora que ocurre en dicho proceso.


Fuente wikipedia.


Parte 1


Parte 2


Parte 3



“Ser responsable conlleva estar presente, estar aquí. Y estar verdaderamente presente, es estar consciente. A su vez, estar consciente es una condición incompatible con la ilusión de irresponsabilidad por medio de la cual evitamos vivir nuestras vidas”.
“La responsabilidad no es un deber sino un hecho inevitable. Somos los actores responsables de cualquier cosa que hagamos. Nuestra única alternativa es reconocer tal responsabilidad o negarla. Y percatarse de la verdad, nos cura de nuestras mentiras.”


Un planteo interesante dentro de este sistema, un quinto poder por Ignacio Ramonet

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La prensa y los medios de comunicación han sido, durante largos decenios, en el marco democrático, un recurso de los ciudadanos contra el abuso de los poderes. En efecto, los tres poderes tradicionales -legislativo, ejecutivo y judicial- pueden fallar, confundirse y cometer errores. Mucho más frecuentemente, por supuesto, en los Estados autoritarios y dictatoriales, donde el poder político es el principal responsable de todas las violaciones a los derechos humanos y de todas las censuras contra las libertades.
 
Pero en los países democráticos también pueden cometerse graves abusos, aunque las leyes sean votadas democráticamente, los gobiernos surjan del sufragio universal y la justicia -en teoría- sea independiente del ejecutivo. Puede ocurrir, por ejemplo, que ésta condene a un inocente (¡cómo olvidar el caso Dreyfus en Francia!); que el Parlamento vote leyes discriminatorias para ciertos sectores de la población (como ha sucedido en Estados Unidos, durante más de un siglo, respecto de los afro-estadounidenses, y sucede actualmente respecto de los oriundos de países musulmanes, en virtud de la “Patriot Act”); que los gobiernos implementen políticas cuyas consecuencias resultarán funestas para todo un sector de la sociedad (como sucede, en la actualidad, en numerosos países europeos, respecto de los inmigrantes “indocumentados”).
 
En un contexto democrático semejante, los periodistas y los medios de comunicación a menudo han considerado un deber prioritario denunciar dichas violaciones a los derechos. A veces, lo han pagado muy caro: atentados, “desapariciones”, asesinatos, como aún ocurre en Colombia, Guatemala, Turquía, Pakistán, Filipinas, y en otros lugares. Por esta razón durante mucho tiempo se ha hablado del “cuarto poder”. Ese “cuarto poder” era, en definitiva, gracias al sentido cívico de los medios de comunicación y al coraje de valientes periodistas, aquel del que disponían los ciudadanos para criticar, rechazar, enfrentar, democráticamente, decisiones ilegales que pudieran ser inicuas, injustas, e incluso criminales contra personas inocentes. Era, como se ha dicho a menudo, la voz de los sin-voz. 
 
Desde hace una quincena de años, a medida que se aceleraba la mundialización liberal, este “cuarto poder” fue vaciándose de sentido, perdiendo poco a poco su función esencial de contrapoder. Esta evidencia se impone al estudiar de cerca el funcionamiento de la globalización, al observar cómo llegó a su auge un nuevo tipo de capitalismo, ya no simplemente industrial sino predominantemente financiero, en suma, un capitalismo de la especulación. En esta etapa de la mundialización, asistimos a un brutal enfrentamiento entre el mercado y el Estado, el sector privado y los servicios públicos, el individuo y la sociedad, lo íntimo y lo colectivo, el egoísmo y la solidaridad.
 
El verdadero poder es actualmente detentado por un conjunto de grupos económicos planetarios y de empresas globales cuyo peso en los negocios del mundo resulta a veces más importante que el de los gobiernos y los Estados. Ellos son los “nuevos amos del mundo” que se reúnen cada año en Davos, en el marco del Foro Económico Mundial, e inspiran las políticas de la gran Trinidad globalizadora: Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y Organización Mundial del Comercio.
 
Es en este marco geoeconómico donde se ha producido una metamorfosis decisiva en el campo de los medios de comunicación masiva, en el corazón mismo de su textura industrial.
Los medios masivos de comunicación (emisoras de radio, prensa escrita, canales de televisión, internet) tienden cada vez más a agruparse en el seno de inmensas estructuras para conformar grupos mediáticos con vocación mundial. Empresas gigantes como News Corps, Viacom, AOL Time Warner, General Electric, Microsoft, Bertelsmann, United Global Com, Disney, Telefónica, RTL Group, France Telecom, etc., tienen ahora nuevas posibilidades de expansión debido a los cambios tecnológicos. La “revolución digital” ha derribado las fronteras que antes separaban las tres formas tradicionales de la comunicación: sonido, escritura, imagen. Permitió el surgimiento y el auge de internet, que representa una cuarta manera de comunicar, una nueva forma de expresarse, de informarse, de distraerse.
 
Desde entonces, las empresas mediáticas se ven tentadas de conformar “grupos” para reunir en su seno a todos los medios de comunicación tradicionales (prensa, radio, televisión), pero además a todas las actividades de lo que podríamos denominar los sectores de la cultura de masas, de la comunicación y la información. Estas tres esferas antes eran autónomas: por un lado, la cultura de masas con su lógica comercial, sus creaciones populares, sus objetivos esencialmente mercantiles; por el otro, la comunicación, en el sentido publicitario, el marketing, la propaganda, la retórica de la persuasión; y finalmente, la información con sus agencias de noticias, los boletines de radio o televisión, la prensa, los canales de información continua, en suma, el universo de todos los periodismos. 
 
Estas tres esferas, antes tan diferentes, se imbricaron poco a poco para constituir una sola y única esfera ciclópea en cuyo seno resulta cada vez más difícil distinguir las actividades concernientes a la cultura de masas, la comunicación o la información (1). Por añadidura, estas empresas mediáticas gigantes, estos productores en cadena de símbolos multiplican la difusión de mensajes de todo tipo, donde se entremezclan televisión, dibujos animados, cine, videojuegos, CD musicales, DVD, edición, ciudades temáticas estilo Disneylandia, espectáculos deportivos, etc. 
 
En otras palabras, los grupos mediáticos poseen de ahora en adelante dos nuevas características: primeramente, se ocupan de todo lo concerniente a la escritura, de todo lo concerniente a la imagen, de todo lo concerniente al sonido, y difunden esto mediante los canales más diversos (prensa escrita, radio, televisión hertziana, por cable o satelital, vía internet y a través de todo tipo de redes digitales). Segunda característica: estos grupos son mundiales, planetarios, globales, y no solamente nacionales o locales.
En 1940, en una célebre película, Orson Welles arremetía contra el “superpoder” de Citizen Kane (en realidad, el magnate de la prensa de comienzos del siglo XX, William Randolph Hearst). Sin embargo, comparado con el de los grandes grupos mundiales de hoy, el poder de Kane era insignificante. Propietario de algunos periódicos en un solo país, Kane disponía de un poder ínfimo (sin por ello carecer de eficacia a nivel local o nacional (2)) en comparación con los archipoderes de los megagrupos mediáticos de nuestro tiempo.
 
Estas megaempresas contemporáneas, mediante mecanismos de concentración, se apoderan de los sectores mediáticos más diversos en numerosos países, en todos los continentes, y se convierten de esta manera, por su peso económico y su importancia ideológica, en los principales actores de la mundialización liberal. Al haberse convertido la comunicación (extendida a la informática, la electrónica y la telefonía) en la industria pesada de nuestro tiempo, estos grandes grupos pretenden ampliar su dimensión a través de incesantes adquisiciones y presionan a los gobiernos para que anulen las leyes que limitan las concentraciones o impiden la constitución de monopolios o duopolios (3). 
 
La mundialización es también la mundialización de los medios de comunicación masiva, de la comunicación y de la información. Preocupados sobre todo por la preservación de su gigantismo, que los obliga a cortejar a los otros poderes, estos grandes grupos ya no se proponen, como objetivo cívico, ser un “cuarto poder” ni denunciar los abusos contra el derecho, ni corregir las disfunciones de la democracia para pulir y perfeccionar el sistema político. Tampoco desean ya erigirse en “cuarto poder” y, menos aun, actuar como un contrapoder. 
 
Si, llegado el caso, constituyeran un “cuarto poder”, éste se sumaría a los demás poderes existentes -político y económico- para aplastar a su turno, como poder suplementario, como poder mediático, a los ciudadanos. 
 
La cuestión cívica que se nos plantea de ahora en adelante es la siguiente: ¿cómo reaccionar? ¿Cómo defenderse? ¿Cómo resistir a la ofensiva de este nuevo poder que, de alguna manera, ha traicionado a los ciudadanos y se ha pasado con todos sus bártulos al enemigo?.
Es necesario, simplemente, crear un “quinto poder”. Un “quinto poder” que nos permita oponer una fuerza cívica ciudadana a la nueva coalición dominante. Un “quinto poder” cuya función sería denunciar el superpoder de los medios de comunicación, de los grandes grupos mediáticos, cómplices y difusores de la globalización liberal. Esos medios de comunicación que, en determinadas circunstancias, no sólo dejan de defender a los ciudadanos, sino que a veces actúan en contra del pueblo en su conjunto. Tal como lo comprobamos en Venezuela.
En este país latinoamericano donde la oposición política fue derrotada en 1998 en elecciones libres, plurales y democráticas, los principales grupos de prensa, radio y televisión han desatado una verdadera guerra mediática contra la legitimidad del presidente Hugo Chávez (4). Mientras que éste y su gobierno se mantienen respetuosos al marco democrático, los medios de comunicación, en manos de un puñado de privilegiados, continúan utilizando toda la artillería de las manipulaciones, las mentiras y el lavado de cerebro para tratar de intoxicar la mente de la gente (5). En esta guerra ideológica, han abandonado por completo la función de “cuarto poder”; pretenden desesperadamente defender los privilegios de una casta y se oponen a toda reforma social y a toda distribución un poco más justa de la inmensa riqueza nacional (ver artículo de Maurice Lemoine, páginas 16-17).
 
El caso venezolano es paradigmático de la nueva situación internacional en la cual grupos mediáticos enfurecidos asumen abiertamente su nueva función de perros guardianes del orden económico establecido, y su nuevo estatuto de poder antipopular y anticiudadano. Estos grandes grupos no sólo se asumen como poder mediático, constituyen sobre todo el brazo ideológico de la mundialización, y su función es contener las reivindicaciones populares que tratan de adueñarse del poder político (como logró hacerlo, democráticamente, en Italia, Silvio Berlusconi, dueño del principal grupo de comunicación trasalpino).
 
La “guerra sucia mediática” librada en Venezuela contra el presidente Hugo Chávez es la réplica exacta de lo que hizo, de 1970 a 1973, el periódico El Mercurio (6) en Chile contra el gobierno democrático del presidente Salvador Allende, hasta empujar a los militares al golpe de Estado. Campañas semejantes, donde los medios de comunicación pretenden destruir la democracia, podrían reproducirse mañana en Ecuador, Brasil o Argentina contra toda reforma legal que intente modificar la jerarquía social y la desigualdad de la riqueza. Al poder de la oligarquía tradicional y al de los típicos reaccionarios, se suman actualmente los poderes mediáticos. Juntos -¡y en nombre de la libertad de expresión!- atacan los programas que defienden los intereses de la mayoría de la población. Tal es la fachada mediática de la globalización. Revela de la forma más clara, más evidente y más caricaturesca la ideología de la mundialización liberal. 
 
Medios de comunicación masiva y mundialización liberal están íntimamente ligados. Por eso, es urgente desarrollar una reflexión sobre la manera en que los ciudadanos pueden exigir a los grandes medios de comunicación mayor ética, verdad, respeto a una deontología que permita a los periodistas actuar en función de su conciencia y no en función de los intereses de los grupos, las empresas y los patrones que los emplean.
 
En la nueva guerra ideológica que impone la mundialización, los medios de comunicación son utilizados como un arma de combate. La información, debido a su explosión, su multiplicación, su sobreabundancia, se encuentra literalmente contaminada, envenenada por todo tipo de mentiras, por los rumores, las deformaciones, las distorsiones, las manipulaciones.
Se produce en este campo lo ocurrido con la alimentación. Durante mucho tiempo, el alimento fue escaso y aún lo es en numerosos lugares del mundo. Pero cuando gracias a las revoluciones agrícolas los campos comenzaron a producir en sobreabundancia, particularmente en los países de Europa occidental o de América del Norte, se observó que numerosos alimentos estaban contaminados, envenenados por pesticidas, que provocaban enfermedades, causaban infecciones, generaban cánceres y todo tipo de problemas de salud, llegando incluso a producir pánico en las masas como el mal de la “vaca loca”. En suma, antes uno podía morirse de hambre, ahora uno puede morirse por haber comido alimentos contaminados... 
 
Con la información, sucede lo mismo. Históricamente, ha sido muy escasa. Incluso actualmente, en los países dictatoriales, no existe información fiable, completa, de calidad. En cambio, en los Estados democráticos, desborda por todas partes. Nos asfixia. Empédocles decía que el mundo estaba constituido por la combinación de cuatro elementos: aire, agua, tierra, fuego. La información se ha vuelto tan abundante que constituye, de alguna manera, el quinto elemento de nuestro mundo globalizado.
 
Pero al mismo tiempo, uno comprueba que, al igual que el alimento, la información está contaminada. Nos envenena la mente, nos contamina el cerebro, nos manipula, nos intoxica, intenta instilar en nuestro inconsciente ideas que no son las nuestras. Por eso, es necesario elaborar lo que podría denominarse una “ecología de la información”. Con el fin de limpiar, separar la información de la “marea negra” de las mentiras, cuya magnitud ha podido medirse, una vez más, durante la reciente invasión a Irak (7). Es necesario descontaminar la información. Así como han podido obtenerse alimentos “bio”, a priori menos contaminados que los demás, debería obtenerse una suerte de información “bio”. Los ciudadanos deben movilizarse para exigir que los medios de comunicación pertenecientes a los grandes grupos globales respeten la verdad, porque sólo la búsqueda de la verdad constituye en definitiva la legitimidad de la información. 
 
Por eso, hemos propuesto la creación del Observatorio Internacional de Medios de Comunicación (en inglés: Media Watch Global). Para disponer finalmente de un arma cívica, pacífica, que los ciudadanos podrán utilizar con el fin de oponerse al nuevo superpoder de los grandes medios de comunicación masiva. Este observatorio es una expresión del movimiento social planetario reunido en Porto Alegre (Brasil). En plena ofensiva de la globalización liberal, expresa la preocupación de todos los ciudadanos ante la nueva arrogancia de las industrias gigantes de la comunicación.
 
Los grandes medios de comunicación privilegian sus intereses particulares en detrimento del interés general y confunden su propia libertad con la libertad de empresa, considerada la primera de las libertades. Pero la libertad de empresa no puede, en ningún caso, prevalecer sobre el derecho de los ciudadanos a una información rigurosa y verificada ni servir de pretexto a la difusión consciente de informaciones falsas o difamaciones.
 
La libertad de los medios de comunicación es sólo la extensión de la libertad colectiva de expresión, fundamento de la democracia. Como tal, no puede ser confiscada por un grupo de poderosos. Implica, por añadidura, una “responsabilidad social” y, en consecuencia, su ejercicio debe estar, en última instancia, bajo el control responsable de la sociedad. Es esta convicción la que nos ha llevado a proponer la creación del Observatorio Internacional de Medios de Comunicación, Media Watch Global. Porque los medios de comunicación son actualmente el único poder sin contrapoder, y se genera así un desequilibrio perjudicial para la democracia. 
 
La fuerza de esta asociación es ante todo moral: reprende basándose en la ética y sanciona las faltas de honestidad mediática a través de informes y estudios que elabora, publica y difunde.
 
El Observatorio Internacional de Medios de Comunicación constituye un contrapeso indispensable para el exceso de poder de los grandes grupos mediáticos que imponen, en materia de información, una sola lógica -la del mercado- y una única ideología, el pensamiento neoliberal. Esta asociación internacional desea ejercer una responsabilidad colectiva, en nombre del interés superior de la sociedad y del derecho de los ciudadanos a estar bien informados. Al respecto, considera de una importancia primordial los desafíos de la próxima Cumbre Mundial sobre la Información que tendrá lugar en diciembre próximo, en Ginebra (8). Propone además prevenir a la sociedad contra las manipulaciones mediáticas que, como epidemias, se han multiplicado estos últimos años.
 
El Observatorio reúne tres tipos de miembros, que disponen de idénticos derechos: 1) periodistas profesionales u ocasionales, en actividad o jubilados, de todos los medios de comunicación, centrales o alternativos; 2) universitarios e investigadores de todas las disciplinas, y particularmente especialistas en medios de comunicación, porque la Universidad, en el contexto actual, es uno de los pocos lugares parcialmente protegidos contra las ambiciones totalitarias del mercado; 3) usuarios de los medios de comunicación, ciudadanos comunes y personalidades reconocidas por su estatura moral... 
 
Los sistemas actuales de regulación de los medios de comunicación son en todas partes insatisfactorios. Al ser la información un bien común, su calidad no podría estar garantizada por organizaciones integradas exclusivamente por periodistas, a menudo vinculados a intereses corporativos. Los códigos deontológicos de cada empresa mediática -cuando existen- se revelan a menudo poco aptos para sancionar y corregir los desvíos, los ocultamientos y las censuras. Es indispensable que la deontología y la ética de la información sean definidas y defendidas por una instancia imparcial, creíble, independiente y objetiva, en cuyo seno los universitarios tengan un papel decisivo.
 
La función de los “ombudsmen” o mediadores, que fue útil en los años 1980 y 1990, está actualmente mercantilizada, desvalorizada y degradada. Es a menudo un instrumento de las empresas, responde a imperativos de imagen y constituye una coartada barata para reforzar artificialmente la credibilidad de los medios.
 
Uno de los derechos más preciados del ser humano es el de comunicar libremente su pensamiento y sus opiniones. Ninguna ley debe restringir arbitrariamente la libertad de expresión o de prensa. Pero las empresas mediáticas no pueden ejercerla sino bajo la condición de no infringir otros derechos tan sagrados como el de que todo ciudadano pueda acceder a una información no contaminada. Al abrigo de la libertad de expresión, las empresas mediáticas no deben poder difundir informaciones falsas, ni realizar campañas de propaganda ideológica, u otras manipulaciones.
 
El Observatorio Internacional de Medios de Comunicación considera que la libertad absoluta de los medios de comunicación, reclamada a viva voz por los dueños de los grandes grupos de comunicación mundiales, no podría ejercerse a costa de la libertad de todos los ciudadanos. Estos grandes grupos deben saber de ahora en adelante que acaba de nacer un contrapoder, con la vocación de reunir a todos aquellos que se reconocen en el movimiento social planetario y que luchan contra la confiscación del derecho de expresión. Periodistas, universitarios, militantes de asociaciones, lectores de diarios, oyentes de radios, telespectadores, usuarios de internet, todos se unen para forjar un arma colectiva de debate y de acción democrática. Los globalizadores habían declarado que el siglo XXI sería el de las empresas globales; la asociación Media Watch Global afirma que será el siglo en el que la comunicación y la información pertenecerán finalmente a todos los ciudadanos.

NOTAS:
(1) Ignacio Ramonet, La tiranía de la comunicación, Madrid, Temas de Debate, 1998; y Propagandas silenciosas, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 2001.
(2) Véase, por ejemplo, en Italia, la superpotencia mediática del grupo Fininvest de Silvio Berlusconi, o en Francia, la de los grupos Lagardère o Dassault.
(3) Presionada por los grandes grupos mediáticos estadounidenses, la Federal Communications Commission (FCC) de Estados Unidos autorizó, el 4 de junio de 2003, la flexibilización de los límites a la concentración: una empresa podría controlar hasta el 45% de la audiencia nacional (contra el 35%, en la actualidad). La decisión debía entrar en vigor el 4 de septiembre último, pero debido a que algunos ven en ella “una grave amenaza para la democracia”, fue suspendida por la Corte Suprema.
(4) Ignacio Ramonet,“El crimen perfecto”, Le Monde diplomatique, edición española, junio de 2002.
(5) Maurice Lemoine, “Laboratorios de la mentira en Venezuela”, Le Monde diplomatique, edición española, agosto de 2002.
(6) Y muchos otros medios de comunicación, como La Tercera, Ultimas Noticias, La Segunda, Canal 13, etc. Véase Patricio Tupper, Allende, la cible des médias chiliens et de la CIA (1970-1973), Editions de l’Amandier, París, 2003.
(7) Ignacio Ramonet, “Mentiras de Estado”, Le Monde diplomatique, edición española, julio de 2003.
(8) Armand Mattelart, «La clave del nuevo orden internacional”, Le Monde diplomatique, edición española, agosto de 2003.
 
Fuente: Le Monde diplomatique, edición española. Octubre 2003

Construcción de personajes en cine por Guillermo Arriaga

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Parte uno


Parte dos


Parte tres


La importancia del sonido en el cine por Lucrecia Martel

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Parte uno


Parte dos


Parte tres


Parte 4


La Función social del arte por J.R.Barbancho

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A principios del S. XXI (como continuación de los principios del siglo XX y sus vanguardias) el arte se ha convertido para muchos en un fraude, en algo elitista, pocos lo entienden, y para algunos ni siquiera existe; quizá estemos asistiendo a la desaparición del arte (al cumplimiento de la predicción hegeliana de su muerte). Si esto fuera así no sería causado por la falta de experimentación y de investigación en el plano estético, ni por la falta de necesidad que los hombres y los pueblos tengan de éste, sino por la falta de compromiso político (entendido este en sentido amplio) y por el abandono de los vínculos con el sentido, o los sentidos, más profundos que toda sociedad tiene.

El arte es una forma de expresión que cambia con el tiempo y con la historia a la que pertenece y representa, cambia la forma de expresión, pero no el interés por articular discursos sobre asuntos comunes y universales. Para Ernst Fischer, cuyo libro sobre el tema se titula precisamente “La necesidad del arte”, éste jamás desaparecerá ni perderá su relación con la humanidad. El hombre, para rebasar los límites que le impone su individualidad, para convertir a ésta en social, tiene que apropiarse de otras experiencias, y el arte resulta, en este sentido, totalmente indispensable. El arte es un poderoso llamamiento a la acción, en tanto que ilustra diversas y potenciales formas para cambiar el mundo. Creo que, además, es un poderoso vínculo entre el individuo y la sociedad, especialmente en la medida que dicho arte consiga el consenso.
Es cierto que el arte cambia de función al cambiar la sociedad, o tal vez más que de función de objetivo. Todo arte está condicionado por el tiempo y representa la humanidad en la medida en que corresponde a las ideas y aspiraciones, a las necesidades y esperanzas de una situación histórica particular.

En sus orígenes estuvo ligado a la magia, como forma de vincular a los individuos de la tribu, al tiempo que ésta se vinculaba con el cosmos. Los primeros artistas eran los chamanes. Hoy por hoy su función no consiste en hacer magia sino en ilustrar y estimular la acción. En los principios de la humanidad el arte tenía muy poco que ver con la belleza y nada en absoluto con el deseo estético, era un instrumento mágico y un arma del colectivo en la lucha por la supervivencia: una forma de vinculación emocional, rebosante de sentido social y cósmico. Ahí radicaba su importancia y su naturaleza conmovedora para toda la colectividad. La necesidad de creación de un mundo superpuesto a la misma naturaleza, pero en conformidad con ella, es el origen de la necesidad humana de expresarse artísticamente.
En el presente, para poder dar una valoración al arte actual, tenemos que ser conscientes del mundo en el que vivimos. Un mundo en crisis en distintos planos, sin valores estables, es decir: un mundo en el que la realidad, pese al incremento tecnológico, se des-optimiza socialmente cada vez más. 

El capitalismo ha mercantilizado la obra de arte, ha aislado al arte y al artista de la comunidad, y ha impedido el cumplimiento de su función social, esto es: el cumplimiento de la optimización humana y social de ésta, como su valor más grande y genuino. El arte se ha convertido en una actividad separada de la vida pública; su desaparición implica la desaparición de las causas que determinaron su necesidad para el hombre (el vínculo entre ellos y el vínculo con el cosmos), y puede significar la incautación humana de la Naturaleza. Desde finales de la Prehistoria y comienzo de la Historia la cultura hegemónica fue siempre la cultura de las clases dominantes, que se han ido apropiando de la creación colectiva (imponiéndole su particular concepción del hombre y del mundo), aplastando todo lo que cuestionara su dominio de clase, dándole un carácter alienante. 

Pero el arte tiene que ser un estilo de vida y acción y hay que negarlo como una actividad específica, especializada, exterior al hombre y a su vida cotidiana. El capitalismo ha hecho que el arte pierda el carácter público que tenía en otras épocas, y le ha transformado en mercancía de consumo individual, donde el valor del cambio es más importante que su valor estético y por supuesto más que el comunicativo y documental. El arte, y la técnica en general, han adquirido una naturaleza irresponsable y desaprensiva. El capitalismo es un mercado consumidor económicamente poderoso y manipulado por intereses comerciales que necesita renovar la oferta (ahí su debilidad), inventando modas transitorias que desnaturalizan la creación estética y su función social. 

La moda actual del arte es la moda del arte-mercancía, cuyo auge social responde a necesidades de tipo económico impuestas por la sociedad de consumo y que nada tiene que ver con las necesidades sociales a que el arte está destinado. De aquí deriva la ausencia de contenidos sociales y a terminar con esta realidad no están contribuyendo mucho que digamos las instituciones y agentes implicados en el arte, me refiero al papel que están jugando museos, centros de arte y galerías, empreñados en una carrera de fondo por mostrar, sin interés alguno por de-mostrar.

Tampoco podemos olvidar la gran carga que lleva el arte des-socializado de servir de evasión. El tema de la huida de la realidad aparece constantemente en la literatura, en el cine y en el arte. Es el tema del abandono de una sociedad que se considera catastrófica, para alcanzar un supuesto estado de ser puro o desnudo, al margen de toda colectividad. 
Lo que más daño hace a los problemas de la deshumanización de las artes es la aparición de una industria de las diversiones, con inmensas masas de consumidores del “arte”. Es un arte para las masas, pero al ignorar precisamente a éstas retoma peligrosamente un cierto despotismo ilustrado y abre de par en par las puertas a todos los residuos producidos por las industrias de la diversión. La cultura no debe ser creada por y para una élite iluminada y superior, en la que el pueblo sólo participa como receptor, o no participa en absoluto. La cultura debe ser un hecho colectivo, inmerso en la vida cotidiana y que se expresa en estilos de vida, modos de pensar y actuar, y siempre con los fines antes dichos en la optimización del hombre y la sociedad. Cuando el artista descubre realidades nuevas, no lo hace sólo para él, lo hace también para los demás, para todos los que quieren saber en qué mundo viven.
Desde el punto de vista de las necesidades sociales el arte está llamado a perfilar y definir un estado de verdadero bienestar colectivo, más aun: está llamado a perfilar y definir “un bien ser comunal”, colectivo, “en cuanto principio y fundamento del bien estar”, como dice Julio Paleteiro. Es cierto que la contemplación del arte constituye un deleite y que el disfrute de ese deleite, en cuanto goce estético del espíritu, ha estado durante siglos en poder de un estamento. En sus orígenes, en los tiempos en que se practicaba en su verdadera esencia no era así. Su auténtica vocación debe ser tan universal y común a todo hombre como el derecho a la luz, al aire y al pan. 

El arte, por su propia esencia tiene forzosamente que tener un contenido social, una misión. Si el arte solo fuera una recreación para la vista no tendría sentido alguno el esfuerzo por teorizar, la energía del artista por crear formas plenas de contenido, por establecer referencias y proyectar puentes a lo largo de la historia. El arte tiene una capacidad ilimitada para crear narraciones y unidades de sentido, según sea la naturaleza del arte, y con éstas contar historias y transmitir valores.
Al hilo de esto John Hospers considera que “no está hecho el arte para ser adorno de paredes o de mesas, sino para ser objeto de contemplación, de reflexión, de estudio…”.
El arte o tiene una función social o no puede ser arte, será otras cosas, cosas tal vez estéticamente bellas, pero no obras de arte en el más profundo sentido social de este fenómeno. De ahí que el artista, tenga una función social y una responsabilidad en la sociedad, de la que no se puede zafar en ningún momento.
Vasily Kandinsky es, tal vez, más profundo que Hospers cuando asevera que “la verdadera obra de arte nace misteriosamente del artista por vía mística” y aún más fuerte al asegurar que “el arte es un lenguaje que habla al alma de cosas que son para ella el pan cotidiano, que solo puede percibir de esta forma”. A esto me refería antes, cuando hablaba de unidades de sentido inmediato; frente a la naturaleza más discursiva y eminentemente referencial, propia del “logos” científico.
En resumen, la función del arte en la sociedad es servir de guía y de espejo en donde la sociedad misma se pueda mirar y aprender, y encaminarse a sus fines, respetando sus primeros principios. Su función es servir de narrador de la contemporaneidad. Debe y puede constituirse en un arma de lucha no violenta, nacional y social, contra las jerarquías que indisponen a la sociedad y la desgarran. 
Los creadores con conciencia de la frustración social y humana tienen la responsabilidad y la obligación de insertarse en forma activa y militante en la lucha concreta y cotidiana de las masas, creando en función de las urgencias de esa lucha. Pero sobre todo propiciando nuevas articulaciones lingüísticas y contenidos para el arte. Por supuesto, esto conlleva una cierta violencia; aunque en dicho caso se trate, no de violencia física, sino artística, cultural.

El arte es una elaboración colectiva, y la creatividad del autor consiste en su capacidad de captarla y expresarla sintéticamente. Y hoy más que nunca dicha capacidad debe consistir en recuperarla para la sociedad. Por que sobre todo, por citar nuevamente a Julio Paleteiro, el verdadero artista revolucionario deberá mostrar la naturaleza comunal de su pensamiento y su lenguaje al tratar incluso de las más nimias anécdotas.

Fragmento del libro de Wilhem Reich, “Escucha pequeño hombrecito”

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… (…) Te llaman "pequeño hombrecito", "hombre común" y por lo que dicen, comenzó tu era, la "Era del hombre común". Pero no eres tú quien lo dice, pequeño hombrecito, son ellos: los vicepresidentes de las grandes naciones, los importantes dirigentes del proletariado, los arrepentidos hijos de la burguesía, los hombres de Estado y los filósofos. Te dan un futuro, pero no te preguntan por el pasado. Tú eres heredero de un terrible pasado, tu herencia te quema las manos, esto es lo que tengo para decirte. La verdad es que todos: el médico, el zapatero, el mecánico o el educador que quieren trabajar y ganar su pan, deben conocer sus limitaciones. Hace algunas décadas, tú, pequeño hombrecito, comenzaste a penetrar en el gobierno de la Tierra; el futuro de la raza humana depende, a partir de ahora, de la manera como pienses y actúes. Pero ni tus maestros ni tus señores te dicen cómo eres y piensas realmente, nadie osa dirigirte la única crítica que te podría convertir en el inquebrantable señor de tu destino. Apenas eres "libre" en un sentido: libre de la autocrítica que te permitiría conducir tu vida como tú quisieras. Nunca te escuché quejarte y decir: "ustedes me promueven a ser futuro señor de mí mismo y de mi mundo, pero no me dicen cómo hacerlo y no me señalan errores en lo que pienso y hago". Dejas que los hombres en el poder lo asuman en tu nombre, pero tú permaneces callado. Confieres a los hombres que detentan el poder, todavía más poder para que te representen, hombres débiles o mal intencionados. Y sólo demasiado tarde reconoces que te engañaron una vez más. Te entiendo, incontables veces te vi desnudo, psíquica y físicamente desnudo, sin máscara, sin etiqueta política, sin orgullo nacional, desnudo como un recién nacido o un general en calzones. Oí entonces tus llantos y lamentaciones; te escuché apelar, esperanzado, tus amores y desdichas. Te conozco, te entiendo y voy a decirte quién eres, pequeño hombrecito, porque creo en la grandeza de tu futuro, que sin duda te pertenecerá; por eso mismo, antes que nada, mírate a ti mismo. Va cómo eres realmente, escucha lo que ninguno de tus jefes o representantes se atreve a decirte: Eres el "hombre medio", el "hombre común". Fíjate bien en el significado de estas palabras: "medio" y "común"... No huyas, ¡ten ánimo y contémplale! "¿Qué derecho tiene este tipo para decirme eso?". Leo esta pregunta en tus amedrentados ojos, la oigo con su impertinencia, pequeño hombrecito; tienes miedo de mirar hacia ti mismo, tienes miedo de la crítica, tal como tienes miedo del poder que te prometen. ¿Qué uso darías a tu poder? No lo sabes. Ni siquiera te atreves a pensar que podrías ser diferente, libre en lugar de oprimido, directo en lugar de cauteloso, amando a plena luz y nunca más como un ladrón en la noche. Te desprecias a ti mismo, pequeño hombrecito, y dices: "¿quién soy yo para tener opinión propia, para decidir mi propia vida y tener al mundo por mío?" Y tienes razón: ¿quién eres tú para reclamar derechos sobre tu vida? Déjame decírtelo: Difieres del gran hombre que verdaderamente lo es apenas en un punto: todo gran hombre fue, en otro momento, un pequeño hombrecito, pero él desarrolló una cualidad importante: la de reconocer las áreas en que había limitaciones y estrechez en su modo de pensar y actuar. A través de alguna tarea que le apasionase, aprendió a sentir cada vez mejor aquello que en su pequeñez y mediocridad amenazaba su felicidad. El gran hombre es, pues, aquel que reconoce cuándo y en qué es pequeño. El pequeño hombrecito es aquel que no reconoce su pequeñez y teme reconocerla; que trata de enmascarar su tacañez y estrechez de visión con ilusiones de fuerza y grandeza, fuerza y grandeza ajenas. Que se enorgullece de sus grandes generales, pero no de sí mismo; que admira las ideas que no tuvo, pero nunca las que tuvo realmente. (…)…



Fragmento del libro de Wilhem Reich, “Escucha pequeño hombrecito”
De Ediciones Peña Hermanos
ISBN: 9686810153

Boletín de Psicoterapia Integrativa Transpersonal - Guillermo Borja -

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Desde la era del fuego
en el inicio de la humanidad,
sólo hubo una preocupación
en la raza humana:
Darse cuenta.

En la transición de su existencia
cada uno de nosotros
es Gilgamesh-Enkidur,
necesarias ambas fuerzas
para el proceso de transformación.

El malestar nace de la confusión,
la confusión del engaño,
el engaño del resentimiento,
el resentimiento del desamor.

Lejos de aceptar que la soledad es un remanso
para un alma cautiva,
olvidamos que la no identificaciòn
es la liberación de nuestro ser;
negando nuestra necesidad original
nos fijamos en la carencia,
así perpetuamos nuestra dependencia
en la distracción cotidiana;
olvidamos el principio de la eternidad;
Vivir el presente.

Obsesionados en hacer nuestra inseguridad
nos condenamos a la esperanza;
la fantasía nos evidencia ante nuestra mediocridad.

Nadie es de nadie,
nada es de nadie,
ni uno mismo.

Vivir no requiere de justificación;
al Ser distante de juicios y prejuicios,
se transforma en la verdad.

A través de la transparencia
focalizamos la autenticidad

Hay que morir con los cinco sentidos alertas,
con una mente sin juicios y una cálida emoción
donde la acción es una cadencia
que invita a la contemplación,
donde nos reconozcamos intensamente pequeños

La realeza no da cabida a la comparación,
el vacío nutre el yo
acompañándolo por los caminos del proceso.

La dificultad no está en despertar
sino en mantenerse alerta.
Cada caida es un recuerdo de la distracción,
cada error un olvido de sí mismo.

La tolerancia, el único bálsamo para la caida.

Sólo somos testigos, vigías de un océano que
se perpetúa en su oleaje,
La seguridad es tan sólo navegar
olvidando el arribo a un puerto seguro,
asumiendo lo impredecible de la vida.

El marinero se fortalece en mantener su nave a salvo
muy lejano de pretender llegar a aguas calmas
se fortalece en el centro del huracán,
el naufragar nos acerca a la esencia.

Todo está en su lugar,
cada uno tiene lo que le corresponde,
a nadie le falta nada.

El misterio de la vida
es dejar un punto aberrante
que siempre nos ha desorientado.

El ocaso de un sol
invitará la plenitud de una noche
para que, a su vez,
el círculo se complete con el amamnecer.
Todo es circular,
donde se comienza se termina,
donde se termina se continúa.

La rueda de la fortuna es la vida,
la intensidad demerita lo sutil,
la ternura reposa en la quietud;
sólo en el silencio nos manifestamos
y permitimos la presencia de los demás
La comunicación es la permisibilidad
de dos monólogos sin interrupción

No hay que asirnos a nada
porque todo es nuestro;
la metamorfosis se logra sin minimizar
ningún estado anterior;
cada parte es necesaria para completar el todo;
la incongruencia y lo injusto
amamantan la aceptación.

Cada uno de nosotros es una epopeya,
el guerrero se inviste
manifestando su desnudez,
Es hora de partir a la guerra santa.


Guillermo Borja
Boletín de Psicoterapia Integrativa Transpersonal
Primavera de 1.995

Zeitgeist Moving Forward (documental)

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Zeitgeist significa el Espíritu o Conciencia de la Época", es decir, la cultura.


SINOPSIS

 Zeitgeist: Moving Forward, del director Peter Joseph, es un largometraje documental que presenta el caso de una necesaria transición fuera del paradigma socioeconómico actual, el cual gobierna nuestra sociedad entera. Este tema trasciende las cuestiones del relativismo cultural y de la ideología tradicional, centrándose en el núcleo del conflicto, en los atributos empíricos de la "vida en la tierra" y la supervivencia social, extrapolando estas leyes naturales inmutables hacia una nuevo paradigma de sociedad sostenible llamado "Economía Basada en Recursos". Esta película presenta expertos en los campos de la salud pública, antropología, neurobiología, economía, energía, tecnología, ciencias sociales y otros campos relevantes que se vinculan a la operación social y a la cultura. Los tres temas centrales de la obra son el Comportamiento Humano, Economía Monetaria y Ciencia Aplicada. En conjunto esta pieza crea un modelo de entendimiento hacia el paradigma social actual, por qué es imprescindible salir de él, junto con un nuevo, radical y aun así práctico enfoque social basado en los conocimiento de vanguardia, los cuales resolverán los problemas sociales que el mundo enfrenta hoy en día. Un atributo único de este trabajo, que lo distingue en estilo de la mayoría de documentales, es que paralelamente presenta un gran trabajo dramatúrgico y cinematográfico, con notables actores que, de manera abstracta interpretan diversos temas relacionados con el mensaje esencial de la película. La obra también emplea numerosas animaciones y abstractos visuales en 2D y 3D, sin dejar de lado la orientación tradicional de un documental.

 Fuente http://www.zeitgeistargentina.com/

 Este largo es Altamente Recomendable. Espero que les guste, opinen libremente y con respeto. Saludos.

martes, 27 de septiembre de 2011

El fin del mundo


Hay una cierta predisposicion social, si se la quiere llamar asi, o "convencion" social de tildar a ciertos individuos de locos solo por el simple hecho de que pasan gran parte de su tiempo o de sus vidas dedicandose a informarse, a estudiar, practicar, utilizar y/o formar parte de ciertos conceptos o ideas "anomarles" para un sector "normal" de la sociedad. Esto demuestra la ambiguedad del termino normal, la confucion que provoca y lo que puede llevarnos a pensar a cada uno de nosotros como seres individuales dentro del conjunto social. Quien nos dice que algo tiene que ser unicamente de cierta manera, o conceptualmente limitado, cerrado, hermetico y, por lo tanto, no librado a mas de un concepto?. Quien garantiza que ciertas cuestiones son como se creen que son?. Realmente es positivo, o mejor dicho, es aceptable que una persona, o un sector nos juzgue por nuestras elecciones ideologicas?. Creo que en el campo de saber, en el campo del querer conocer nunca podemos poner barreras y limites y, por lo tanto, seria muy mediocre conformarse con una "basta" concepcion. Soy parte de aquella masa que venera a la persona que transciende todo tipo de fronteras, que siempre busca ir mas alla, que esquiva al formalismo y busca otras respuestas. Todo empieza en uno, esa "manera de ser" no nos la enseña nadie, es una busqueda personal e individual, por eso es altamente valiosa segun mi parecer. Si pensamos que todo depende de nosotros, que somos nosotros quienes logramos y somos participes de las grandes revoluciones, hay que tener en cuenta en el medio en que vivimos, que pisamos sobre un terreno que tiene sus leyes, leyes que no se pueden obviar. A su vez tenemos que pensar que vivimos en sociedad y somos todos diferentes, no existen iguales sino parecidos. Entonces es importante ahondar ciertos conceptos que muchas veces se ven como poco importantes. La esencia del ser, las innumerables cosas que somos capaz de hacer solo con el hecho de proponernoslo, mejor dicho solo con ser conscientes de nuestros innumerables y muchas veces ilimitados actos. Ahora, hoy, en la actualidad hay tiempo de cambiar, hay tiempo de dejar de ser sometidos, hay tiempo de terminar con esta democracia ilusoria -donde no elegimos nada y lo poco que elegimos termina siendo "acomodado" a gusto de las grandes cabezas, acomodado "economicamente" economicamente pero no de manera economica, como es esto? sisi señores aca se habla de una economia de derroche, de consumo desmedido donde todo se paga, cualquier cosa se puede comprar, el poder supremo, el "gran invento" individualista, el dinero- de terminar con el individualismo en todo sentido, vivimos en una sociedad de diferentes, donde no se apoya la union (cuando hablamos de union, hablamos de union para acabar con otro sector, union negativa o para beneficio solo de esa union) se apoya la competencia, donde, el que es mas rico materialmente hablando, es mas persona.

Ahora... pensemos... es mas facil seguir asi que cambiar no? si total no vamos a vivir mucho tiempo mas, y el que piensa como se tiene que pensar en este sistema puede triunfar... (...)

Me pregunto... y donde estan los sentimientos? donde esta lo que la plata no compra? Donde esta lo intangible, donde esta nuestra parte -tan importante para mi- psicologica? (...)

Y donde esta nuestro suelo? a caso nos olvidamos del medio ambiente... y ahora vuelvo... HOY, AHORA, EN LA ACTUALIDAD podemos cambiar, pero la naturaleza no perdona, nos esta avisando -dia a dia- que contra sus leyes no podemos, hoy resiste, no se cuanto tiempo mas aguantara, pero cuando ella nos diga basta, ese dia, aquel que lo presencie se va a dar cuenta de como el hombre destruyo la tierra (en ese momento ya va a ser tarde para arrepentimientos o para darse cuenta que la plata no va a solucionar la situacion) El hombre de ahora, el hombre de siempre, el hombre que penso ser mas vivo que la natura, el que penso poder engañarla, el hombre que desafio las leyes de la gravedad, el sueño americano y que vivio en la ilusion de vivir como el realmente quiso.

El eneagrama de Claudio Naranjo

Claudio Naranjo (Valparaíso1932) es un psiquiatra chileno, considerado uno de los tres discípulos más cercanos de Fritz Perls, importante figura en la divulgación deleneagrama en occidente, y fundador del programa S.A.T. de Educación integral. Investido en 2007 Doctor Honoris Causa por la Universidad italiana de Udine.Estudió Psiquiatría en la Universidad de Chile, donde tuvo como profesor a Ignacio Matte Blanco. Fue docente de áreas como la Psicología del arte y Psiquiatría social y fue director del Centro de estudios de antropología médica en Chile.En los años 60's se radicó en Estados Unidos, estudiando Terapia gestáltica con Perls, llegando a formar parte del equipo del Instituto Esalen en esos años. Su aporte a la Terapia gestáltica está en ser uno de los que cristalizó el último periodo de Perls (que pone el acento en la actitud del terapeuta), a través de su desarrollo en la vía de laPsicología transpersonal, constituyendo en su quehacer una interfaz entre la psicoterapia y diversas disciplinas espirituales (la llamada Cuarta vía)En este sentido, es conocido su sendero espiritual, en que fueron relevantes diferentes maestros, como Swami MuktanandaIdries ShahOscar Ichazo y especialmenteTarthang Tulku Rimpoché.Ha sido también difusor del Eneagrama, un sistema de estudio de la personalidad de supuesto origen oriental, que él ha ido integrando como práctica terapéutica y deDesarrollo personal.En cuanto al programa S.A.T. de educación, este se inscribe en una línea de educación integradora, en relación con el pensamiento de Jean-Jacques RousseauJohn Dewey,María Montessori o Rudolf Steiner. Pone el acento en los aspectos emocionales y espirituales del proceso de aprendizaje, y en la relación personal y transformadora que ocurre en dicho proceso.


Fuente wikipedia.


Parte 1


Parte 2


Parte 3



“Ser responsable conlleva estar presente, estar aquí. Y estar verdaderamente presente, es estar consciente. A su vez, estar consciente es una condición incompatible con la ilusión de irresponsabilidad por medio de la cual evitamos vivir nuestras vidas”.
“La responsabilidad no es un deber sino un hecho inevitable. Somos los actores responsables de cualquier cosa que hagamos. Nuestra única alternativa es reconocer tal responsabilidad o negarla. Y percatarse de la verdad, nos cura de nuestras mentiras.”


jueves, 22 de septiembre de 2011

Un planteo interesante dentro de este sistema, un quinto poder por Ignacio Ramonet


La prensa y los medios de comunicación han sido, durante largos decenios, en el marco democrático, un recurso de los ciudadanos contra el abuso de los poderes. En efecto, los tres poderes tradicionales -legislativo, ejecutivo y judicial- pueden fallar, confundirse y cometer errores. Mucho más frecuentemente, por supuesto, en los Estados autoritarios y dictatoriales, donde el poder político es el principal responsable de todas las violaciones a los derechos humanos y de todas las censuras contra las libertades.
 
Pero en los países democráticos también pueden cometerse graves abusos, aunque las leyes sean votadas democráticamente, los gobiernos surjan del sufragio universal y la justicia -en teoría- sea independiente del ejecutivo. Puede ocurrir, por ejemplo, que ésta condene a un inocente (¡cómo olvidar el caso Dreyfus en Francia!); que el Parlamento vote leyes discriminatorias para ciertos sectores de la población (como ha sucedido en Estados Unidos, durante más de un siglo, respecto de los afro-estadounidenses, y sucede actualmente respecto de los oriundos de países musulmanes, en virtud de la “Patriot Act”); que los gobiernos implementen políticas cuyas consecuencias resultarán funestas para todo un sector de la sociedad (como sucede, en la actualidad, en numerosos países europeos, respecto de los inmigrantes “indocumentados”).
 
En un contexto democrático semejante, los periodistas y los medios de comunicación a menudo han considerado un deber prioritario denunciar dichas violaciones a los derechos. A veces, lo han pagado muy caro: atentados, “desapariciones”, asesinatos, como aún ocurre en Colombia, Guatemala, Turquía, Pakistán, Filipinas, y en otros lugares. Por esta razón durante mucho tiempo se ha hablado del “cuarto poder”. Ese “cuarto poder” era, en definitiva, gracias al sentido cívico de los medios de comunicación y al coraje de valientes periodistas, aquel del que disponían los ciudadanos para criticar, rechazar, enfrentar, democráticamente, decisiones ilegales que pudieran ser inicuas, injustas, e incluso criminales contra personas inocentes. Era, como se ha dicho a menudo, la voz de los sin-voz. 
 
Desde hace una quincena de años, a medida que se aceleraba la mundialización liberal, este “cuarto poder” fue vaciándose de sentido, perdiendo poco a poco su función esencial de contrapoder. Esta evidencia se impone al estudiar de cerca el funcionamiento de la globalización, al observar cómo llegó a su auge un nuevo tipo de capitalismo, ya no simplemente industrial sino predominantemente financiero, en suma, un capitalismo de la especulación. En esta etapa de la mundialización, asistimos a un brutal enfrentamiento entre el mercado y el Estado, el sector privado y los servicios públicos, el individuo y la sociedad, lo íntimo y lo colectivo, el egoísmo y la solidaridad.
 
El verdadero poder es actualmente detentado por un conjunto de grupos económicos planetarios y de empresas globales cuyo peso en los negocios del mundo resulta a veces más importante que el de los gobiernos y los Estados. Ellos son los “nuevos amos del mundo” que se reúnen cada año en Davos, en el marco del Foro Económico Mundial, e inspiran las políticas de la gran Trinidad globalizadora: Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y Organización Mundial del Comercio.
 
Es en este marco geoeconómico donde se ha producido una metamorfosis decisiva en el campo de los medios de comunicación masiva, en el corazón mismo de su textura industrial.
Los medios masivos de comunicación (emisoras de radio, prensa escrita, canales de televisión, internet) tienden cada vez más a agruparse en el seno de inmensas estructuras para conformar grupos mediáticos con vocación mundial. Empresas gigantes como News Corps, Viacom, AOL Time Warner, General Electric, Microsoft, Bertelsmann, United Global Com, Disney, Telefónica, RTL Group, France Telecom, etc., tienen ahora nuevas posibilidades de expansión debido a los cambios tecnológicos. La “revolución digital” ha derribado las fronteras que antes separaban las tres formas tradicionales de la comunicación: sonido, escritura, imagen. Permitió el surgimiento y el auge de internet, que representa una cuarta manera de comunicar, una nueva forma de expresarse, de informarse, de distraerse.
 
Desde entonces, las empresas mediáticas se ven tentadas de conformar “grupos” para reunir en su seno a todos los medios de comunicación tradicionales (prensa, radio, televisión), pero además a todas las actividades de lo que podríamos denominar los sectores de la cultura de masas, de la comunicación y la información. Estas tres esferas antes eran autónomas: por un lado, la cultura de masas con su lógica comercial, sus creaciones populares, sus objetivos esencialmente mercantiles; por el otro, la comunicación, en el sentido publicitario, el marketing, la propaganda, la retórica de la persuasión; y finalmente, la información con sus agencias de noticias, los boletines de radio o televisión, la prensa, los canales de información continua, en suma, el universo de todos los periodismos. 
 
Estas tres esferas, antes tan diferentes, se imbricaron poco a poco para constituir una sola y única esfera ciclópea en cuyo seno resulta cada vez más difícil distinguir las actividades concernientes a la cultura de masas, la comunicación o la información (1). Por añadidura, estas empresas mediáticas gigantes, estos productores en cadena de símbolos multiplican la difusión de mensajes de todo tipo, donde se entremezclan televisión, dibujos animados, cine, videojuegos, CD musicales, DVD, edición, ciudades temáticas estilo Disneylandia, espectáculos deportivos, etc. 
 
En otras palabras, los grupos mediáticos poseen de ahora en adelante dos nuevas características: primeramente, se ocupan de todo lo concerniente a la escritura, de todo lo concerniente a la imagen, de todo lo concerniente al sonido, y difunden esto mediante los canales más diversos (prensa escrita, radio, televisión hertziana, por cable o satelital, vía internet y a través de todo tipo de redes digitales). Segunda característica: estos grupos son mundiales, planetarios, globales, y no solamente nacionales o locales.
En 1940, en una célebre película, Orson Welles arremetía contra el “superpoder” de Citizen Kane (en realidad, el magnate de la prensa de comienzos del siglo XX, William Randolph Hearst). Sin embargo, comparado con el de los grandes grupos mundiales de hoy, el poder de Kane era insignificante. Propietario de algunos periódicos en un solo país, Kane disponía de un poder ínfimo (sin por ello carecer de eficacia a nivel local o nacional (2)) en comparación con los archipoderes de los megagrupos mediáticos de nuestro tiempo.
 
Estas megaempresas contemporáneas, mediante mecanismos de concentración, se apoderan de los sectores mediáticos más diversos en numerosos países, en todos los continentes, y se convierten de esta manera, por su peso económico y su importancia ideológica, en los principales actores de la mundialización liberal. Al haberse convertido la comunicación (extendida a la informática, la electrónica y la telefonía) en la industria pesada de nuestro tiempo, estos grandes grupos pretenden ampliar su dimensión a través de incesantes adquisiciones y presionan a los gobiernos para que anulen las leyes que limitan las concentraciones o impiden la constitución de monopolios o duopolios (3). 
 
La mundialización es también la mundialización de los medios de comunicación masiva, de la comunicación y de la información. Preocupados sobre todo por la preservación de su gigantismo, que los obliga a cortejar a los otros poderes, estos grandes grupos ya no se proponen, como objetivo cívico, ser un “cuarto poder” ni denunciar los abusos contra el derecho, ni corregir las disfunciones de la democracia para pulir y perfeccionar el sistema político. Tampoco desean ya erigirse en “cuarto poder” y, menos aun, actuar como un contrapoder. 
 
Si, llegado el caso, constituyeran un “cuarto poder”, éste se sumaría a los demás poderes existentes -político y económico- para aplastar a su turno, como poder suplementario, como poder mediático, a los ciudadanos. 
 
La cuestión cívica que se nos plantea de ahora en adelante es la siguiente: ¿cómo reaccionar? ¿Cómo defenderse? ¿Cómo resistir a la ofensiva de este nuevo poder que, de alguna manera, ha traicionado a los ciudadanos y se ha pasado con todos sus bártulos al enemigo?.
Es necesario, simplemente, crear un “quinto poder”. Un “quinto poder” que nos permita oponer una fuerza cívica ciudadana a la nueva coalición dominante. Un “quinto poder” cuya función sería denunciar el superpoder de los medios de comunicación, de los grandes grupos mediáticos, cómplices y difusores de la globalización liberal. Esos medios de comunicación que, en determinadas circunstancias, no sólo dejan de defender a los ciudadanos, sino que a veces actúan en contra del pueblo en su conjunto. Tal como lo comprobamos en Venezuela.
En este país latinoamericano donde la oposición política fue derrotada en 1998 en elecciones libres, plurales y democráticas, los principales grupos de prensa, radio y televisión han desatado una verdadera guerra mediática contra la legitimidad del presidente Hugo Chávez (4). Mientras que éste y su gobierno se mantienen respetuosos al marco democrático, los medios de comunicación, en manos de un puñado de privilegiados, continúan utilizando toda la artillería de las manipulaciones, las mentiras y el lavado de cerebro para tratar de intoxicar la mente de la gente (5). En esta guerra ideológica, han abandonado por completo la función de “cuarto poder”; pretenden desesperadamente defender los privilegios de una casta y se oponen a toda reforma social y a toda distribución un poco más justa de la inmensa riqueza nacional (ver artículo de Maurice Lemoine, páginas 16-17).
 
El caso venezolano es paradigmático de la nueva situación internacional en la cual grupos mediáticos enfurecidos asumen abiertamente su nueva función de perros guardianes del orden económico establecido, y su nuevo estatuto de poder antipopular y anticiudadano. Estos grandes grupos no sólo se asumen como poder mediático, constituyen sobre todo el brazo ideológico de la mundialización, y su función es contener las reivindicaciones populares que tratan de adueñarse del poder político (como logró hacerlo, democráticamente, en Italia, Silvio Berlusconi, dueño del principal grupo de comunicación trasalpino).
 
La “guerra sucia mediática” librada en Venezuela contra el presidente Hugo Chávez es la réplica exacta de lo que hizo, de 1970 a 1973, el periódico El Mercurio (6) en Chile contra el gobierno democrático del presidente Salvador Allende, hasta empujar a los militares al golpe de Estado. Campañas semejantes, donde los medios de comunicación pretenden destruir la democracia, podrían reproducirse mañana en Ecuador, Brasil o Argentina contra toda reforma legal que intente modificar la jerarquía social y la desigualdad de la riqueza. Al poder de la oligarquía tradicional y al de los típicos reaccionarios, se suman actualmente los poderes mediáticos. Juntos -¡y en nombre de la libertad de expresión!- atacan los programas que defienden los intereses de la mayoría de la población. Tal es la fachada mediática de la globalización. Revela de la forma más clara, más evidente y más caricaturesca la ideología de la mundialización liberal. 
 
Medios de comunicación masiva y mundialización liberal están íntimamente ligados. Por eso, es urgente desarrollar una reflexión sobre la manera en que los ciudadanos pueden exigir a los grandes medios de comunicación mayor ética, verdad, respeto a una deontología que permita a los periodistas actuar en función de su conciencia y no en función de los intereses de los grupos, las empresas y los patrones que los emplean.
 
En la nueva guerra ideológica que impone la mundialización, los medios de comunicación son utilizados como un arma de combate. La información, debido a su explosión, su multiplicación, su sobreabundancia, se encuentra literalmente contaminada, envenenada por todo tipo de mentiras, por los rumores, las deformaciones, las distorsiones, las manipulaciones.
Se produce en este campo lo ocurrido con la alimentación. Durante mucho tiempo, el alimento fue escaso y aún lo es en numerosos lugares del mundo. Pero cuando gracias a las revoluciones agrícolas los campos comenzaron a producir en sobreabundancia, particularmente en los países de Europa occidental o de América del Norte, se observó que numerosos alimentos estaban contaminados, envenenados por pesticidas, que provocaban enfermedades, causaban infecciones, generaban cánceres y todo tipo de problemas de salud, llegando incluso a producir pánico en las masas como el mal de la “vaca loca”. En suma, antes uno podía morirse de hambre, ahora uno puede morirse por haber comido alimentos contaminados... 
 
Con la información, sucede lo mismo. Históricamente, ha sido muy escasa. Incluso actualmente, en los países dictatoriales, no existe información fiable, completa, de calidad. En cambio, en los Estados democráticos, desborda por todas partes. Nos asfixia. Empédocles decía que el mundo estaba constituido por la combinación de cuatro elementos: aire, agua, tierra, fuego. La información se ha vuelto tan abundante que constituye, de alguna manera, el quinto elemento de nuestro mundo globalizado.
 
Pero al mismo tiempo, uno comprueba que, al igual que el alimento, la información está contaminada. Nos envenena la mente, nos contamina el cerebro, nos manipula, nos intoxica, intenta instilar en nuestro inconsciente ideas que no son las nuestras. Por eso, es necesario elaborar lo que podría denominarse una “ecología de la información”. Con el fin de limpiar, separar la información de la “marea negra” de las mentiras, cuya magnitud ha podido medirse, una vez más, durante la reciente invasión a Irak (7). Es necesario descontaminar la información. Así como han podido obtenerse alimentos “bio”, a priori menos contaminados que los demás, debería obtenerse una suerte de información “bio”. Los ciudadanos deben movilizarse para exigir que los medios de comunicación pertenecientes a los grandes grupos globales respeten la verdad, porque sólo la búsqueda de la verdad constituye en definitiva la legitimidad de la información. 
 
Por eso, hemos propuesto la creación del Observatorio Internacional de Medios de Comunicación (en inglés: Media Watch Global). Para disponer finalmente de un arma cívica, pacífica, que los ciudadanos podrán utilizar con el fin de oponerse al nuevo superpoder de los grandes medios de comunicación masiva. Este observatorio es una expresión del movimiento social planetario reunido en Porto Alegre (Brasil). En plena ofensiva de la globalización liberal, expresa la preocupación de todos los ciudadanos ante la nueva arrogancia de las industrias gigantes de la comunicación.
 
Los grandes medios de comunicación privilegian sus intereses particulares en detrimento del interés general y confunden su propia libertad con la libertad de empresa, considerada la primera de las libertades. Pero la libertad de empresa no puede, en ningún caso, prevalecer sobre el derecho de los ciudadanos a una información rigurosa y verificada ni servir de pretexto a la difusión consciente de informaciones falsas o difamaciones.
 
La libertad de los medios de comunicación es sólo la extensión de la libertad colectiva de expresión, fundamento de la democracia. Como tal, no puede ser confiscada por un grupo de poderosos. Implica, por añadidura, una “responsabilidad social” y, en consecuencia, su ejercicio debe estar, en última instancia, bajo el control responsable de la sociedad. Es esta convicción la que nos ha llevado a proponer la creación del Observatorio Internacional de Medios de Comunicación, Media Watch Global. Porque los medios de comunicación son actualmente el único poder sin contrapoder, y se genera así un desequilibrio perjudicial para la democracia. 
 
La fuerza de esta asociación es ante todo moral: reprende basándose en la ética y sanciona las faltas de honestidad mediática a través de informes y estudios que elabora, publica y difunde.
 
El Observatorio Internacional de Medios de Comunicación constituye un contrapeso indispensable para el exceso de poder de los grandes grupos mediáticos que imponen, en materia de información, una sola lógica -la del mercado- y una única ideología, el pensamiento neoliberal. Esta asociación internacional desea ejercer una responsabilidad colectiva, en nombre del interés superior de la sociedad y del derecho de los ciudadanos a estar bien informados. Al respecto, considera de una importancia primordial los desafíos de la próxima Cumbre Mundial sobre la Información que tendrá lugar en diciembre próximo, en Ginebra (8). Propone además prevenir a la sociedad contra las manipulaciones mediáticas que, como epidemias, se han multiplicado estos últimos años.
 
El Observatorio reúne tres tipos de miembros, que disponen de idénticos derechos: 1) periodistas profesionales u ocasionales, en actividad o jubilados, de todos los medios de comunicación, centrales o alternativos; 2) universitarios e investigadores de todas las disciplinas, y particularmente especialistas en medios de comunicación, porque la Universidad, en el contexto actual, es uno de los pocos lugares parcialmente protegidos contra las ambiciones totalitarias del mercado; 3) usuarios de los medios de comunicación, ciudadanos comunes y personalidades reconocidas por su estatura moral... 
 
Los sistemas actuales de regulación de los medios de comunicación son en todas partes insatisfactorios. Al ser la información un bien común, su calidad no podría estar garantizada por organizaciones integradas exclusivamente por periodistas, a menudo vinculados a intereses corporativos. Los códigos deontológicos de cada empresa mediática -cuando existen- se revelan a menudo poco aptos para sancionar y corregir los desvíos, los ocultamientos y las censuras. Es indispensable que la deontología y la ética de la información sean definidas y defendidas por una instancia imparcial, creíble, independiente y objetiva, en cuyo seno los universitarios tengan un papel decisivo.
 
La función de los “ombudsmen” o mediadores, que fue útil en los años 1980 y 1990, está actualmente mercantilizada, desvalorizada y degradada. Es a menudo un instrumento de las empresas, responde a imperativos de imagen y constituye una coartada barata para reforzar artificialmente la credibilidad de los medios.
 
Uno de los derechos más preciados del ser humano es el de comunicar libremente su pensamiento y sus opiniones. Ninguna ley debe restringir arbitrariamente la libertad de expresión o de prensa. Pero las empresas mediáticas no pueden ejercerla sino bajo la condición de no infringir otros derechos tan sagrados como el de que todo ciudadano pueda acceder a una información no contaminada. Al abrigo de la libertad de expresión, las empresas mediáticas no deben poder difundir informaciones falsas, ni realizar campañas de propaganda ideológica, u otras manipulaciones.
 
El Observatorio Internacional de Medios de Comunicación considera que la libertad absoluta de los medios de comunicación, reclamada a viva voz por los dueños de los grandes grupos de comunicación mundiales, no podría ejercerse a costa de la libertad de todos los ciudadanos. Estos grandes grupos deben saber de ahora en adelante que acaba de nacer un contrapoder, con la vocación de reunir a todos aquellos que se reconocen en el movimiento social planetario y que luchan contra la confiscación del derecho de expresión. Periodistas, universitarios, militantes de asociaciones, lectores de diarios, oyentes de radios, telespectadores, usuarios de internet, todos se unen para forjar un arma colectiva de debate y de acción democrática. Los globalizadores habían declarado que el siglo XXI sería el de las empresas globales; la asociación Media Watch Global afirma que será el siglo en el que la comunicación y la información pertenecerán finalmente a todos los ciudadanos.

NOTAS:
(1) Ignacio Ramonet, La tiranía de la comunicación, Madrid, Temas de Debate, 1998; y Propagandas silenciosas, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 2001.
(2) Véase, por ejemplo, en Italia, la superpotencia mediática del grupo Fininvest de Silvio Berlusconi, o en Francia, la de los grupos Lagardère o Dassault.
(3) Presionada por los grandes grupos mediáticos estadounidenses, la Federal Communications Commission (FCC) de Estados Unidos autorizó, el 4 de junio de 2003, la flexibilización de los límites a la concentración: una empresa podría controlar hasta el 45% de la audiencia nacional (contra el 35%, en la actualidad). La decisión debía entrar en vigor el 4 de septiembre último, pero debido a que algunos ven en ella “una grave amenaza para la democracia”, fue suspendida por la Corte Suprema.
(4) Ignacio Ramonet,“El crimen perfecto”, Le Monde diplomatique, edición española, junio de 2002.
(5) Maurice Lemoine, “Laboratorios de la mentira en Venezuela”, Le Monde diplomatique, edición española, agosto de 2002.
(6) Y muchos otros medios de comunicación, como La Tercera, Ultimas Noticias, La Segunda, Canal 13, etc. Véase Patricio Tupper, Allende, la cible des médias chiliens et de la CIA (1970-1973), Editions de l’Amandier, París, 2003.
(7) Ignacio Ramonet, “Mentiras de Estado”, Le Monde diplomatique, edición española, julio de 2003.
(8) Armand Mattelart, «La clave del nuevo orden internacional”, Le Monde diplomatique, edición española, agosto de 2003.
 
Fuente: Le Monde diplomatique, edición española. Octubre 2003

lunes, 12 de septiembre de 2011

Construcción de personajes en cine por Guillermo Arriaga

Parte uno


Parte dos


Parte tres


La importancia del sonido en el cine por Lucrecia Martel

Parte uno


Parte dos


Parte tres


Parte 4


La Función social del arte por J.R.Barbancho


A principios del S. XXI (como continuación de los principios del siglo XX y sus vanguardias) el arte se ha convertido para muchos en un fraude, en algo elitista, pocos lo entienden, y para algunos ni siquiera existe; quizá estemos asistiendo a la desaparición del arte (al cumplimiento de la predicción hegeliana de su muerte). Si esto fuera así no sería causado por la falta de experimentación y de investigación en el plano estético, ni por la falta de necesidad que los hombres y los pueblos tengan de éste, sino por la falta de compromiso político (entendido este en sentido amplio) y por el abandono de los vínculos con el sentido, o los sentidos, más profundos que toda sociedad tiene.

El arte es una forma de expresión que cambia con el tiempo y con la historia a la que pertenece y representa, cambia la forma de expresión, pero no el interés por articular discursos sobre asuntos comunes y universales. Para Ernst Fischer, cuyo libro sobre el tema se titula precisamente “La necesidad del arte”, éste jamás desaparecerá ni perderá su relación con la humanidad. El hombre, para rebasar los límites que le impone su individualidad, para convertir a ésta en social, tiene que apropiarse de otras experiencias, y el arte resulta, en este sentido, totalmente indispensable. El arte es un poderoso llamamiento a la acción, en tanto que ilustra diversas y potenciales formas para cambiar el mundo. Creo que, además, es un poderoso vínculo entre el individuo y la sociedad, especialmente en la medida que dicho arte consiga el consenso.
Es cierto que el arte cambia de función al cambiar la sociedad, o tal vez más que de función de objetivo. Todo arte está condicionado por el tiempo y representa la humanidad en la medida en que corresponde a las ideas y aspiraciones, a las necesidades y esperanzas de una situación histórica particular.

En sus orígenes estuvo ligado a la magia, como forma de vincular a los individuos de la tribu, al tiempo que ésta se vinculaba con el cosmos. Los primeros artistas eran los chamanes. Hoy por hoy su función no consiste en hacer magia sino en ilustrar y estimular la acción. En los principios de la humanidad el arte tenía muy poco que ver con la belleza y nada en absoluto con el deseo estético, era un instrumento mágico y un arma del colectivo en la lucha por la supervivencia: una forma de vinculación emocional, rebosante de sentido social y cósmico. Ahí radicaba su importancia y su naturaleza conmovedora para toda la colectividad. La necesidad de creación de un mundo superpuesto a la misma naturaleza, pero en conformidad con ella, es el origen de la necesidad humana de expresarse artísticamente.
En el presente, para poder dar una valoración al arte actual, tenemos que ser conscientes del mundo en el que vivimos. Un mundo en crisis en distintos planos, sin valores estables, es decir: un mundo en el que la realidad, pese al incremento tecnológico, se des-optimiza socialmente cada vez más. 

El capitalismo ha mercantilizado la obra de arte, ha aislado al arte y al artista de la comunidad, y ha impedido el cumplimiento de su función social, esto es: el cumplimiento de la optimización humana y social de ésta, como su valor más grande y genuino. El arte se ha convertido en una actividad separada de la vida pública; su desaparición implica la desaparición de las causas que determinaron su necesidad para el hombre (el vínculo entre ellos y el vínculo con el cosmos), y puede significar la incautación humana de la Naturaleza. Desde finales de la Prehistoria y comienzo de la Historia la cultura hegemónica fue siempre la cultura de las clases dominantes, que se han ido apropiando de la creación colectiva (imponiéndole su particular concepción del hombre y del mundo), aplastando todo lo que cuestionara su dominio de clase, dándole un carácter alienante. 

Pero el arte tiene que ser un estilo de vida y acción y hay que negarlo como una actividad específica, especializada, exterior al hombre y a su vida cotidiana. El capitalismo ha hecho que el arte pierda el carácter público que tenía en otras épocas, y le ha transformado en mercancía de consumo individual, donde el valor del cambio es más importante que su valor estético y por supuesto más que el comunicativo y documental. El arte, y la técnica en general, han adquirido una naturaleza irresponsable y desaprensiva. El capitalismo es un mercado consumidor económicamente poderoso y manipulado por intereses comerciales que necesita renovar la oferta (ahí su debilidad), inventando modas transitorias que desnaturalizan la creación estética y su función social. 

La moda actual del arte es la moda del arte-mercancía, cuyo auge social responde a necesidades de tipo económico impuestas por la sociedad de consumo y que nada tiene que ver con las necesidades sociales a que el arte está destinado. De aquí deriva la ausencia de contenidos sociales y a terminar con esta realidad no están contribuyendo mucho que digamos las instituciones y agentes implicados en el arte, me refiero al papel que están jugando museos, centros de arte y galerías, empreñados en una carrera de fondo por mostrar, sin interés alguno por de-mostrar.

Tampoco podemos olvidar la gran carga que lleva el arte des-socializado de servir de evasión. El tema de la huida de la realidad aparece constantemente en la literatura, en el cine y en el arte. Es el tema del abandono de una sociedad que se considera catastrófica, para alcanzar un supuesto estado de ser puro o desnudo, al margen de toda colectividad. 
Lo que más daño hace a los problemas de la deshumanización de las artes es la aparición de una industria de las diversiones, con inmensas masas de consumidores del “arte”. Es un arte para las masas, pero al ignorar precisamente a éstas retoma peligrosamente un cierto despotismo ilustrado y abre de par en par las puertas a todos los residuos producidos por las industrias de la diversión. La cultura no debe ser creada por y para una élite iluminada y superior, en la que el pueblo sólo participa como receptor, o no participa en absoluto. La cultura debe ser un hecho colectivo, inmerso en la vida cotidiana y que se expresa en estilos de vida, modos de pensar y actuar, y siempre con los fines antes dichos en la optimización del hombre y la sociedad. Cuando el artista descubre realidades nuevas, no lo hace sólo para él, lo hace también para los demás, para todos los que quieren saber en qué mundo viven.
Desde el punto de vista de las necesidades sociales el arte está llamado a perfilar y definir un estado de verdadero bienestar colectivo, más aun: está llamado a perfilar y definir “un bien ser comunal”, colectivo, “en cuanto principio y fundamento del bien estar”, como dice Julio Paleteiro. Es cierto que la contemplación del arte constituye un deleite y que el disfrute de ese deleite, en cuanto goce estético del espíritu, ha estado durante siglos en poder de un estamento. En sus orígenes, en los tiempos en que se practicaba en su verdadera esencia no era así. Su auténtica vocación debe ser tan universal y común a todo hombre como el derecho a la luz, al aire y al pan. 

El arte, por su propia esencia tiene forzosamente que tener un contenido social, una misión. Si el arte solo fuera una recreación para la vista no tendría sentido alguno el esfuerzo por teorizar, la energía del artista por crear formas plenas de contenido, por establecer referencias y proyectar puentes a lo largo de la historia. El arte tiene una capacidad ilimitada para crear narraciones y unidades de sentido, según sea la naturaleza del arte, y con éstas contar historias y transmitir valores.
Al hilo de esto John Hospers considera que “no está hecho el arte para ser adorno de paredes o de mesas, sino para ser objeto de contemplación, de reflexión, de estudio…”.
El arte o tiene una función social o no puede ser arte, será otras cosas, cosas tal vez estéticamente bellas, pero no obras de arte en el más profundo sentido social de este fenómeno. De ahí que el artista, tenga una función social y una responsabilidad en la sociedad, de la que no se puede zafar en ningún momento.
Vasily Kandinsky es, tal vez, más profundo que Hospers cuando asevera que “la verdadera obra de arte nace misteriosamente del artista por vía mística” y aún más fuerte al asegurar que “el arte es un lenguaje que habla al alma de cosas que son para ella el pan cotidiano, que solo puede percibir de esta forma”. A esto me refería antes, cuando hablaba de unidades de sentido inmediato; frente a la naturaleza más discursiva y eminentemente referencial, propia del “logos” científico.
En resumen, la función del arte en la sociedad es servir de guía y de espejo en donde la sociedad misma se pueda mirar y aprender, y encaminarse a sus fines, respetando sus primeros principios. Su función es servir de narrador de la contemporaneidad. Debe y puede constituirse en un arma de lucha no violenta, nacional y social, contra las jerarquías que indisponen a la sociedad y la desgarran. 
Los creadores con conciencia de la frustración social y humana tienen la responsabilidad y la obligación de insertarse en forma activa y militante en la lucha concreta y cotidiana de las masas, creando en función de las urgencias de esa lucha. Pero sobre todo propiciando nuevas articulaciones lingüísticas y contenidos para el arte. Por supuesto, esto conlleva una cierta violencia; aunque en dicho caso se trate, no de violencia física, sino artística, cultural.

El arte es una elaboración colectiva, y la creatividad del autor consiste en su capacidad de captarla y expresarla sintéticamente. Y hoy más que nunca dicha capacidad debe consistir en recuperarla para la sociedad. Por que sobre todo, por citar nuevamente a Julio Paleteiro, el verdadero artista revolucionario deberá mostrar la naturaleza comunal de su pensamiento y su lenguaje al tratar incluso de las más nimias anécdotas.

Fragmento del libro de Wilhem Reich, “Escucha pequeño hombrecito”

… (…) Te llaman "pequeño hombrecito", "hombre común" y por lo que dicen, comenzó tu era, la "Era del hombre común". Pero no eres tú quien lo dice, pequeño hombrecito, son ellos: los vicepresidentes de las grandes naciones, los importantes dirigentes del proletariado, los arrepentidos hijos de la burguesía, los hombres de Estado y los filósofos. Te dan un futuro, pero no te preguntan por el pasado. Tú eres heredero de un terrible pasado, tu herencia te quema las manos, esto es lo que tengo para decirte. La verdad es que todos: el médico, el zapatero, el mecánico o el educador que quieren trabajar y ganar su pan, deben conocer sus limitaciones. Hace algunas décadas, tú, pequeño hombrecito, comenzaste a penetrar en el gobierno de la Tierra; el futuro de la raza humana depende, a partir de ahora, de la manera como pienses y actúes. Pero ni tus maestros ni tus señores te dicen cómo eres y piensas realmente, nadie osa dirigirte la única crítica que te podría convertir en el inquebrantable señor de tu destino. Apenas eres "libre" en un sentido: libre de la autocrítica que te permitiría conducir tu vida como tú quisieras. Nunca te escuché quejarte y decir: "ustedes me promueven a ser futuro señor de mí mismo y de mi mundo, pero no me dicen cómo hacerlo y no me señalan errores en lo que pienso y hago". Dejas que los hombres en el poder lo asuman en tu nombre, pero tú permaneces callado. Confieres a los hombres que detentan el poder, todavía más poder para que te representen, hombres débiles o mal intencionados. Y sólo demasiado tarde reconoces que te engañaron una vez más. Te entiendo, incontables veces te vi desnudo, psíquica y físicamente desnudo, sin máscara, sin etiqueta política, sin orgullo nacional, desnudo como un recién nacido o un general en calzones. Oí entonces tus llantos y lamentaciones; te escuché apelar, esperanzado, tus amores y desdichas. Te conozco, te entiendo y voy a decirte quién eres, pequeño hombrecito, porque creo en la grandeza de tu futuro, que sin duda te pertenecerá; por eso mismo, antes que nada, mírate a ti mismo. Va cómo eres realmente, escucha lo que ninguno de tus jefes o representantes se atreve a decirte: Eres el "hombre medio", el "hombre común". Fíjate bien en el significado de estas palabras: "medio" y "común"... No huyas, ¡ten ánimo y contémplale! "¿Qué derecho tiene este tipo para decirme eso?". Leo esta pregunta en tus amedrentados ojos, la oigo con su impertinencia, pequeño hombrecito; tienes miedo de mirar hacia ti mismo, tienes miedo de la crítica, tal como tienes miedo del poder que te prometen. ¿Qué uso darías a tu poder? No lo sabes. Ni siquiera te atreves a pensar que podrías ser diferente, libre en lugar de oprimido, directo en lugar de cauteloso, amando a plena luz y nunca más como un ladrón en la noche. Te desprecias a ti mismo, pequeño hombrecito, y dices: "¿quién soy yo para tener opinión propia, para decidir mi propia vida y tener al mundo por mío?" Y tienes razón: ¿quién eres tú para reclamar derechos sobre tu vida? Déjame decírtelo: Difieres del gran hombre que verdaderamente lo es apenas en un punto: todo gran hombre fue, en otro momento, un pequeño hombrecito, pero él desarrolló una cualidad importante: la de reconocer las áreas en que había limitaciones y estrechez en su modo de pensar y actuar. A través de alguna tarea que le apasionase, aprendió a sentir cada vez mejor aquello que en su pequeñez y mediocridad amenazaba su felicidad. El gran hombre es, pues, aquel que reconoce cuándo y en qué es pequeño. El pequeño hombrecito es aquel que no reconoce su pequeñez y teme reconocerla; que trata de enmascarar su tacañez y estrechez de visión con ilusiones de fuerza y grandeza, fuerza y grandeza ajenas. Que se enorgullece de sus grandes generales, pero no de sí mismo; que admira las ideas que no tuvo, pero nunca las que tuvo realmente. (…)…



Fragmento del libro de Wilhem Reich, “Escucha pequeño hombrecito”
De Ediciones Peña Hermanos
ISBN: 9686810153

Boletín de Psicoterapia Integrativa Transpersonal - Guillermo Borja -

Desde la era del fuego
en el inicio de la humanidad,
sólo hubo una preocupación
en la raza humana:
Darse cuenta.

En la transición de su existencia
cada uno de nosotros
es Gilgamesh-Enkidur,
necesarias ambas fuerzas
para el proceso de transformación.

El malestar nace de la confusión,
la confusión del engaño,
el engaño del resentimiento,
el resentimiento del desamor.

Lejos de aceptar que la soledad es un remanso
para un alma cautiva,
olvidamos que la no identificaciòn
es la liberación de nuestro ser;
negando nuestra necesidad original
nos fijamos en la carencia,
así perpetuamos nuestra dependencia
en la distracción cotidiana;
olvidamos el principio de la eternidad;
Vivir el presente.

Obsesionados en hacer nuestra inseguridad
nos condenamos a la esperanza;
la fantasía nos evidencia ante nuestra mediocridad.

Nadie es de nadie,
nada es de nadie,
ni uno mismo.

Vivir no requiere de justificación;
al Ser distante de juicios y prejuicios,
se transforma en la verdad.

A través de la transparencia
focalizamos la autenticidad

Hay que morir con los cinco sentidos alertas,
con una mente sin juicios y una cálida emoción
donde la acción es una cadencia
que invita a la contemplación,
donde nos reconozcamos intensamente pequeños

La realeza no da cabida a la comparación,
el vacío nutre el yo
acompañándolo por los caminos del proceso.

La dificultad no está en despertar
sino en mantenerse alerta.
Cada caida es un recuerdo de la distracción,
cada error un olvido de sí mismo.

La tolerancia, el único bálsamo para la caida.

Sólo somos testigos, vigías de un océano que
se perpetúa en su oleaje,
La seguridad es tan sólo navegar
olvidando el arribo a un puerto seguro,
asumiendo lo impredecible de la vida.

El marinero se fortalece en mantener su nave a salvo
muy lejano de pretender llegar a aguas calmas
se fortalece en el centro del huracán,
el naufragar nos acerca a la esencia.

Todo está en su lugar,
cada uno tiene lo que le corresponde,
a nadie le falta nada.

El misterio de la vida
es dejar un punto aberrante
que siempre nos ha desorientado.

El ocaso de un sol
invitará la plenitud de una noche
para que, a su vez,
el círculo se complete con el amamnecer.
Todo es circular,
donde se comienza se termina,
donde se termina se continúa.

La rueda de la fortuna es la vida,
la intensidad demerita lo sutil,
la ternura reposa en la quietud;
sólo en el silencio nos manifestamos
y permitimos la presencia de los demás
La comunicación es la permisibilidad
de dos monólogos sin interrupción

No hay que asirnos a nada
porque todo es nuestro;
la metamorfosis se logra sin minimizar
ningún estado anterior;
cada parte es necesaria para completar el todo;
la incongruencia y lo injusto
amamantan la aceptación.

Cada uno de nosotros es una epopeya,
el guerrero se inviste
manifestando su desnudez,
Es hora de partir a la guerra santa.


Guillermo Borja
Boletín de Psicoterapia Integrativa Transpersonal
Primavera de 1.995

Zeitgeist Moving Forward (documental)



Zeitgeist significa el Espíritu o Conciencia de la Época", es decir, la cultura.


SINOPSIS

 Zeitgeist: Moving Forward, del director Peter Joseph, es un largometraje documental que presenta el caso de una necesaria transición fuera del paradigma socioeconómico actual, el cual gobierna nuestra sociedad entera. Este tema trasciende las cuestiones del relativismo cultural y de la ideología tradicional, centrándose en el núcleo del conflicto, en los atributos empíricos de la "vida en la tierra" y la supervivencia social, extrapolando estas leyes naturales inmutables hacia una nuevo paradigma de sociedad sostenible llamado "Economía Basada en Recursos". Esta película presenta expertos en los campos de la salud pública, antropología, neurobiología, economía, energía, tecnología, ciencias sociales y otros campos relevantes que se vinculan a la operación social y a la cultura. Los tres temas centrales de la obra son el Comportamiento Humano, Economía Monetaria y Ciencia Aplicada. En conjunto esta pieza crea un modelo de entendimiento hacia el paradigma social actual, por qué es imprescindible salir de él, junto con un nuevo, radical y aun así práctico enfoque social basado en los conocimiento de vanguardia, los cuales resolverán los problemas sociales que el mundo enfrenta hoy en día. Un atributo único de este trabajo, que lo distingue en estilo de la mayoría de documentales, es que paralelamente presenta un gran trabajo dramatúrgico y cinematográfico, con notables actores que, de manera abstracta interpretan diversos temas relacionados con el mensaje esencial de la película. La obra también emplea numerosas animaciones y abstractos visuales en 2D y 3D, sin dejar de lado la orientación tradicional de un documental.

 Fuente http://www.zeitgeistargentina.com/

 Este largo es Altamente Recomendable. Espero que les guste, opinen libremente y con respeto. Saludos.